miércoles, 10 de septiembre de 2014

ROLL DE POLLO CON BACON, JAMÓN Y QUESO

Ingredientes:

1 pechuga de pollo abierta
200 g. de bacon ahumado en lonchas
150 g. de jamón cocido
100 g. de queso en lonchas
2 cebollas
2 dientes de ajo
Unos granos de pimienta negra
100 ml. de tomate frito
Sal y pimienta negra recién molida

Preparación:

Precalentamos el horno a 200ºC. Extendemos la pechuga de pollo sobre la superficie de trabajo y salpimentamos por ambas caras. Colocamos encima una capa lonchas de jamón cocido y, sobre esta, otra capa de lonchas de queso. Enrollamos la pechuga sobre sí misma procurando que nos quede un rulo apretadito.

Aparte colocamos una fila de lonchas de bacon superponiéndolas un poco unas con otras y colocamos el rulo de pollo encima, a continuación lo envolvemos con la fila de bacon preparada. Para que quede bien prensado y no se salga el relleno durante la cocción, podemos atar el rulo con hilo de cocina o meterlo dentro de un malla elástica también especial para cocinar.


Una vez preparado, lo doramos por todas sus caras en una sartén con un poco de aceite, lo pasamos a una fuente de horno, bajamos la temperatura del mismo a 150ºC y lo terminamos de cocinar horneándolo unos 20 minutos. Para saber si está en su punto, pinchamos el pollo con una brocheta, si ésta sale caliente, la carne estará hecha.


En la misma sartén en la que hemos dorado el rulo, rehogamos las cebollas picadas junto con el ajo laminado y unos granos de pimienta negra. Cuando todo esté bien pochado, añadimos el tomate frito y cocinamos a fuego suave durante 5 minutos. Podemos dejar la salsa tal cual o triturarla con la batidora.
Servimos el rulo cortado por la mitad acompañado de la salsa y la guarnición que más nos guste, como arroz hervido, verduras de temporada salteadas, patatas…

¡Bon appetit!



DEVORANDO EL MUNDO JAMES TIPTON - 1995

JAMES TIPTON - 1995

Nací con la boca abierta...
entrando a este mundo jugoso
de duraznos y limones y sol maduro
y esta rosada y secreta carne de mujer,
este mundo donde la cena está
en el aliento del desierto sutil
en las especias del mar distante
que flotan en el sueño tarde en la noche.

Nací en alguna parte entre
el cerebro y la granada,
saboreando las texturas deliciosas
de cabello y manos y ojos,
nací del guisado del corazón,
del lecho infinito, para caminar
sobre esta tierra infinita.

Quiero alimentarte con las flores de hielo
de esta ventana de invierno,
los aromas de muchas sopas,
el perfume de velas sagradas
que por esta casa de cedro me persigue.
Quiero alimentarte con la lavanda
que se desprende de ciertos poemas,
y la canela de manzanas asándose,
y el placer simple que vemos
en el cielo cuando nos enamoramos.

Quiero alimentarte con la tierra acre
donde coseché ajos,
quiero alimentarte de memorias
surgiendo de los troncos de álamo
cuando los parto
y del humo de piñones
que se junta en torno a la casa en una noche quieta,
y los crisantemos en la puerta de la cocina.

Quiero alimentarte con los colores de la lluvia
en estacionamientos desiertos,
y los pliegues de patchouli delirante
de la falda india de la mujer
en la calle Market de San Francisco,
y el incienso humano de tanta devoción
en pequeñas aldeas de Colorado y Perú.

Quiero servirte el desayuno al amanecer.
Quiero servirte el pan
que sube en el polvo del desierto,
servirte el viento que vaga por los cañones,
servirte las estrellas que caen sobre la cama,
servirte el maíz Hopi antiguo de mil años,
servirte el azafrán en el atardecer del oeste,
servirte el polen delicado que silba su canción de cuna
a través de cada solitaria ala viviente;
quiero servirte el zumbido de las abejas
agrupadas juntas todo el invierno
comiendo su miel.


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