"La última cena",de Leonardo da Vinci |
Hoy en día sabemos de los gustos culinarios de nuestros ancestros en diferentes épocas, gracias a la arqueología y así podemos hacernos una idea de cómo han ido evolucionando los banquetes a lo largo de la historia.
Desde el período paleolítico cuando surge la conciencia del hombre de pertenecer a un grupo, llámese familia, clan o tribu, el consumo de los alimentos se realiza en compañía, sobre todo después del descubrimiento del fuego en el cual se asaba y cocinaba la carne, sentándose el grupo alrededor de la fogata. Por aquel entonces los banquetes tenían un carácter místico, un ritual para que las fuerzas de la naturaleza fueran propicias. Así, el hombre se acostumbró a reunirse para dividir y compartir los alimentos, sobre todo en los dos momentos fundamentales de la vida, el nacimiento y la muerte. Con el desarrollo de la agricultura y de la ganadería, el uso de la cerámica y la metalurgia, las reuniones alrededor de la mesa fueron más comunes y más elaboradas, sobre todo en las regiones más fértiles.
Recientemente, en el año 2010, se descubrieron los restos del que hasta ahora se puede considerar el primer banquete de la historia de la humanidad. Son restos con 12.000 años de antigüedad y fueron hallados en Hilazon Tachtit, en el sur de Galilea (Israel). En el interior de una cueva que era utilizada como sepulcro se encontraron restos de animales cocinados en una cantidad y disposición que sólo se explica si esas especies de animales ya extinguidos (uros y tortugas, principalmente) fueron consumidos en un banquete, quizás ritual, y en el que, seguramente, participaron numerosas personas. En la misma cueva también han encontrado los restos de una mujer, la que, por la dificultad de la época de encontrar dichos animales en esa zona, se podría tratar de alguien relevante en la tribu, tal vez una mujer “chamán”.
En varios libros del Antiguo Testamento ya se mencionan los grandes banquetes babilónicos y egipcios, sobre los que escribiera hace 2.500 años Herodoto (el padre de la Historia). Pero son los celebrados en la antigüedad grecorromana los más conocidos por su magnitud y despliegue de viandas y espectáculos sin ningún tipo de reparo en gastos ni fastuosidad.
Los griegos fueron los creadores del "Symposion", ya que después de la comida, hablaban de lo divino y lo humano rodeados de frutas, pasteles, quesos y demás tentaciones para picar.
Los romanos se preparaban para comer vistiendo con túnicas y adornos de flores y hojas que les proporcionaba el mismo anfitrión del festín, para luego reclinarse en los divanes distribuidos en el "triclinium", lugar del festejo. Era costumbre y además de buena educación, dada la magnitud de alimentos que ingerían, que los invitados vomitasen en recipientes especiales y eructaran en la mesa así como también coger los alimentos con las manos.
El banquete más famoso de todos los que se celebraron en Roma fue el organizado por Trimalción, personaje de la novela romana "El Satiricón" donde el autor, el célebre Petronio, es inspirado por Nerón, cuyos festines eran muy conocidos y similares al de la novela. Para esta ocasión incluso se llegaron a contratar los mejores escultores de la época para crear verdaderas obras de arte con los alimentos.
El mismo Julio Cesar, decidió celebrar por todo lo alto la victoria sobre Pompeya, invitando a 200.000 comensales a su mesa.
Durante la Edad Media cabe destacar el fastuoso banquete organizado por Ricardo II de Inglaterra, quien invitó a los 2000 barones más ricos del país y para el cual se necesitaron 200 cocineros.
Fue el rey Enrique VIII de Inglaterra, gran amigo de las comilonas y las fiestas, quien estableció una extravagante legislación sobre los banquetes que decía así:
Un cardenal tiene derecho a que le sirvan nueve platos, un lord del Parlamento seis y un ciudadano que tenga ingresos de por lo menos 500 libras anuales, tres.
Así mismo, el padre de la literatura gastronómica Brillat-Savarín, consideró que los gastrónomos eran los únicos capaces de distinguir y disfrutar las diferencias y sutilezas en los sabores de los alimentos.
El periodista gastronómico Grimod de La Reyniére, fue el precursor de lo que hoy día son los jurados gastronómicos y las normas de control de calidad. Eran famosos sus banquetes, donde eran invitados los mejores gourmets de su tiempo, para puntuar la calidad de los ingredientes, la elaboración y la presentación de los platos.
Es también famoso el multitudinario evento que organizó en 1852, el chef Alex Soyer, del muy selecto Reform Club de Londres, el cual, el día de Navidad, al son de villancicos, valses y polcas, dio de cenar a 22.000 pobres de la ciudad.
El banquete, desde siempre, ha sido una oportunidad para demostrar la generosidad y riqueza del anfitrión, así como las dotes culinarias, nociones de etiqueta y sentido estético que posee, sobre todo si éste es organizado y elaborado por él mismo. La selección del menú así como el número de invitados, la distribución de las mesas, decoración y organización del evento en cuestión, es en nuestros días, una tarea ardua y paciente para, en el caso de muchos bolsillos, conseguir el mejor de los resultados con el menor presupuesto posible.
En cualquier caso, es una buena manera de celebrar la amistad.
Abre el artículo el famoso fresco de Leonardo da Vinci "La última cena", puesto que sin duda el banquete más famoso de la historia occidental es éste en el que Jesús se reunió con sus apóstoles.