En 1840 y con tan sólo 15 años de edad, llega a Madrid el gallego Matías López López, en compañía de su madre y únicamente con lo puesto. En 1855, comienza su andadura en el mercado español del chocolate. La estrategia de Matías fue la de distribuir sus productos entre familiares y amigos. Éstos se dirigían tras algún tiempo a las tiendas solicitando el producto que todavía no se había comercializado, al poco Matías aparecía y ofrecía a los tenderos el producto. Con el creciente éxito, fue adquiriendo poco a poco molinos de cacao. Algunos de ellos eran impulsados a vapor, lo que mejoró su producción.
En 1875 Matías López compra en El Escorial (Madrid) el edificio y la maquinaria de una refinadora de azúcar llamada "Rafael Taboada y Cía." la cual nunca llegó a funcionar correctamente, y la transforma en una fábrica de chocolate. El éxito de sus chocolates radicaba principalmente en su manera de matizar el regusto amargo del cacao incorporando miel y vainilla, optando por elaborar un producto en el que primase la calidad sobre el precio, consciente a la vez de que su valor lo hacía poco accesible a las clases bajas, ya que como él decía: "todo chocolate que cueste menos de 5 reales es malo".
Sus campañas publicitarias fueron muy novedosas para la época. Contrató al famoso litógrafo madrileño N. González y al dibujante Francisco Ortega y Vereda, cuyas caricaturas satíricas referentes a la monarquía le habían pasado factura carcelaria. Don Matías, republicano, y consciente del analfabetismo de la época, le contrata para que realice carteles publicitarios que sean comprensibles por el pueblo llano. Así, el cartel de "Los gordos y los flacos" (como se le bautizó) se convirtió en su principal referente -es el cartel que ilustra esta entrada-. También contaba entre sus proyectos publicitarios, el patrocinio de la serie radiofónica así como la adaptación impresa del intrépido astronauta "Diego Valor", un personaje de comic inglés que fue adaptado al español y que se enfrentaba a los villanos espaciales en compañía de su novia, la profesora Beatriz Fontana. Incluso se llegaron a crear las tabletas de chocolate "Svylca" como el alimento que tomaba Diego Valor, que eran consumidas por algunos personajes en el comic y venían acompañadas por el álbum de cromos del famoso personaje. Sin duda una buena forma de ganarse la aprobación de los niños. Tan famosa era su publicidad en el siglo XIX, que hasta le dedicaron un pasodoble como himno de la compañía:
"... Brilla el sol de España como maravilla,/Y en suave caricia de luz y color,/En una aureola, va forjando el nombre/De Matías López, la industria mejor./Es que aquellos tiempos que alegres pasaron,/El símbolo e imagen del gordo de ayer,/Que mira orgulloso al flaco inocente,/Que un buen chocolate nunca lo probó./El chocolate Matías López,/En el mercado no tiene igual..."
No sólo fue el pionero en estrategias publicitarias sino en procurar un ambiente de trabajo apropiado, construyendo viviendas para empleados en los solares contiguos a la fábrica, dotándolos de zonas ajardinadas, economato, capilla y escuela gratuita, con un sistema de planes de ahorro y de pensiones para la plantilla.
La fábrica pronto se convirtió en una de las más conocidas del país y del continente ya que al parecer fue el primero en exportar al extranjero tras participar en la Exposición Universal de París en 1889.
Matías López llegó a ser diputado a cortes por Sarria (su ciudad natal) en 1872 y poco después obtuvo un escaño en el Senado. A pesar de ser republicano, como hemos dicho anteriormente, y gracias a sus contribuciones a la Hacienda pública, fue nombrado senador vitalicio por el rey Alfonso XII; también colaboró en la creación de la Cámara de Comercio de Madrid.
Sus chocolates recibieron multitud de premios en las diversas Exposiciones Universales en las que participó: Londres, Viena, París...Con el tiempo, terminó por dejar la fábrica en manos de su hijo para dedicarse al negocio inmobiliario en su ciudad natal. Finalmente muere en 1891, recibiendo un multitudinario entierro en Madrid. Poco después por mediación del Papa y en gratitud por su obra caritativa, se concedió a su viuda el título de "Marquesa de Casa López". En 1962 la fábrica cierra a causa de la mala gestión de sus herederos.
En 1875 Matías López compra en El Escorial (Madrid) el edificio y la maquinaria de una refinadora de azúcar llamada "Rafael Taboada y Cía." la cual nunca llegó a funcionar correctamente, y la transforma en una fábrica de chocolate. El éxito de sus chocolates radicaba principalmente en su manera de matizar el regusto amargo del cacao incorporando miel y vainilla, optando por elaborar un producto en el que primase la calidad sobre el precio, consciente a la vez de que su valor lo hacía poco accesible a las clases bajas, ya que como él decía: "todo chocolate que cueste menos de 5 reales es malo".
Sus campañas publicitarias fueron muy novedosas para la época. Contrató al famoso litógrafo madrileño N. González y al dibujante Francisco Ortega y Vereda, cuyas caricaturas satíricas referentes a la monarquía le habían pasado factura carcelaria. Don Matías, republicano, y consciente del analfabetismo de la época, le contrata para que realice carteles publicitarios que sean comprensibles por el pueblo llano. Así, el cartel de "Los gordos y los flacos" (como se le bautizó) se convirtió en su principal referente -es el cartel que ilustra esta entrada-. También contaba entre sus proyectos publicitarios, el patrocinio de la serie radiofónica así como la adaptación impresa del intrépido astronauta "Diego Valor", un personaje de comic inglés que fue adaptado al español y que se enfrentaba a los villanos espaciales en compañía de su novia, la profesora Beatriz Fontana. Incluso se llegaron a crear las tabletas de chocolate "Svylca" como el alimento que tomaba Diego Valor, que eran consumidas por algunos personajes en el comic y venían acompañadas por el álbum de cromos del famoso personaje. Sin duda una buena forma de ganarse la aprobación de los niños. Tan famosa era su publicidad en el siglo XIX, que hasta le dedicaron un pasodoble como himno de la compañía:
"... Brilla el sol de España como maravilla,/Y en suave caricia de luz y color,/En una aureola, va forjando el nombre/De Matías López, la industria mejor./Es que aquellos tiempos que alegres pasaron,/El símbolo e imagen del gordo de ayer,/Que mira orgulloso al flaco inocente,/Que un buen chocolate nunca lo probó./El chocolate Matías López,/En el mercado no tiene igual..."
No sólo fue el pionero en estrategias publicitarias sino en procurar un ambiente de trabajo apropiado, construyendo viviendas para empleados en los solares contiguos a la fábrica, dotándolos de zonas ajardinadas, economato, capilla y escuela gratuita, con un sistema de planes de ahorro y de pensiones para la plantilla.
La fábrica pronto se convirtió en una de las más conocidas del país y del continente ya que al parecer fue el primero en exportar al extranjero tras participar en la Exposición Universal de París en 1889.
Matías López llegó a ser diputado a cortes por Sarria (su ciudad natal) en 1872 y poco después obtuvo un escaño en el Senado. A pesar de ser republicano, como hemos dicho anteriormente, y gracias a sus contribuciones a la Hacienda pública, fue nombrado senador vitalicio por el rey Alfonso XII; también colaboró en la creación de la Cámara de Comercio de Madrid.
Sus chocolates recibieron multitud de premios en las diversas Exposiciones Universales en las que participó: Londres, Viena, París...Con el tiempo, terminó por dejar la fábrica en manos de su hijo para dedicarse al negocio inmobiliario en su ciudad natal. Finalmente muere en 1891, recibiendo un multitudinario entierro en Madrid. Poco después por mediación del Papa y en gratitud por su obra caritativa, se concedió a su viuda el título de "Marquesa de Casa López". En 1962 la fábrica cierra a causa de la mala gestión de sus herederos.