Una receta sencillísima de hacer y muy resultona en la mesa.
PASTEL DE VERDURAS
Ingredientes:
12 rebanadas de pan de molde
1 cebolla
1 pimiento rojo
1 pimiento verde
1 calabacín
1 zanahoria
50g de harina
40g de queso rallado
50g de mantequilla
6 vasitos de leche
aceite de oliva
sal
Preparación:
Pelar todas las verduras y picarlas en daditos. Rehogarlas en aceite de oliva hasta que estén tiernas.
En otra sartén, funde 40g de mantequilla, añade la harina y tuéstala unos segundos sin dejar de remover. Añade la leche caliente poco a poco. Dejar cocer unos 10 minutos hasta obtener una salsa ligeramente espesa. Agrega 30g de queso y una pizca de sal. Remueve y retira.
Engrasa con el resto de la mantequilla una fuente rectangular y cubre el fondo con 4 rebanadas de pan. Úntalas con un tercio de la bechamel, cubre con un tercio de verduras y repite las capas hasta agotar todos los ingredientes terminando con verduras.
Espolvorea con el queso restante y hornea 35min en el horno precalentado a 180º. Sirve caliente.
Fuente: Lecturas Cocina
¡Bon appetit!
Al pensar en los gladiadores romanos nos vienen a la mente las escenas de películas y cuadros famosos que hemos visto a lo largo del tiempo y que nos hacen imaginar que unos cuerpos tan fuertes y trabajados tenían detrás, obviamente, mucho ejercicio y una alimentación parecida a la de nuestros atletas actuales, basada en parte en una gran cantidad de proteínas para desarrollar una buena y necesaria masa muscular, capaz de generar la suficiente energía como para llevar a cabo las marcas y hazañas sobrehumanas que alcanzan algunos de ellos. Pues bien, recientemente se ha descubierto que en comparación con el promedio de los habitantes, los gladiadores comían más hidratos de carbono, vegetales y frutos secos, y una escasa proteína animal, ya que, aparte de no estar bien indicada en su dieta, la carne era un alimento vinculado a las clases más pudientes y la poca que los gladiadores consumían, provenía de las "venationes" o cacerías que se llevaban a cabo en los espectáculos de los anfiteatros. Al igual que ocurre hoy en día tras una corrida de toros en la plaza; arte reminiscencia de aquellos enfrentamientos hombre contra bestia de entonces.
La base de este descubrimiento es avalada por el Dr. Karl Grosschmidt quien ha participado en los trabajos de investigación arqueológica en el que se considera el "único cementerio conocido de gladiadores", una parcela de unos 6.000 m2 en Éfeso, en la parte occidental de la actual Turquía, concretamente situado en el camino que llevaba desde el centro de la ciudad hasta el "Templo de Artemisa", una de las Siete Maravillas del mundo antiguo. Aquí se han encontrado los restos de más de 60 jóvenes gladiadores, cuyo estudio reciente servirá para llenar las lagunas en las fuentes literarias y como registro arqueológico sobre cómo murieron. Pero la revelación más sorprendente hace referencia a lo que mantenía vivos a los gladiadores: "una dieta vegetariana rica en hidratos de carbono, con suplemento ocasional de calcio".
Los autores de la época como Plinio, a veces se referían a ellos como "hordearii" literalmente, “hombres de cebada”. Grosschmidt y su colaborador Fabian Kanz, especialistas en patología en la Universidad Médica de Viena, han sometido a análisis muestras de hueso para intentar averiguar el porqué de este término. Al parecer, según los resultados obtenidos, el consumo de una gran cantidad de hidratos de carbono, como cebada y legumbres, en especial judías, fue diseñado para su supervivencia en la arena: “Los gladiadores necesitaban grasa subcutánea, explica Grossschmidt; un colchón de grasa que protegiera de heridas sus tendones y venas en una lucha. Las heridas superficiales eran más espectaculares, además al ser heridos sólo en la capa lipídica podrían seguir luchando para regocijo de los espectadores".
Pero una dieta a base de cebada y vegetales dejaba a los combatientes con un grave déficit de calcio. Para mantener sus huesos fuertes, las fuentes históricas decían que los gladiadores elaboraban "brebajes a base de madera carbonizada y ceniza de huesos", ricos en calcio. Cualquiera que fuera la fórmula exacta, la cosa funcionó. Según Grossschmidt: "Los niveles de calcio en los huesos de estos gladiadores eran “desorbitados” en comparación con la población en general. Muchos atletas hoy en día tienen que tomar suplementos de calcio. Ellos también lo sabían entonces".
En la antigua Roma, aparte del entrenamiento diario, se cuidaba mucho la alimentación y la salud de los gladiadores, ya que, aparte de ser el principal motivo de distracción para el público, estos luchadores profesionales eran una buena fuente de ingresos para los "lanistas" (empresarios dedicados a la copra-venta de los gladiadores). El encargado de administrar la "dieta deportiva" necesaria para crear unos cuerpos robustos y corpulentos, era el médico del "Ludus" o escuela de gladiadores, hallándose la más famosa de ellas por aquel entonces en la ciudad de Capua, cerca de Nápoles, en Italia, donde Espartaco, el gladiador rebelde que infligió una derrota severa al ejército romano, soportó largas sesiones de entrenamiento para pelear en el Circo.
La dieta que estos "héroes de la arena", como me gusta llamarlos, soportaban a diario, era algo repetitiva y muchas veces elaborada con los restos del día anterior, lo que ellos llamaban "miscellanea ludi" o "rancho de gladiadores", cosa poco atractiva pero como consuelo, no les cabía otra cosa que repetir el dicho que escribiera Quintiliano en su "Declamationes":
-"La dieta de un gladiador, aunque no sabe bien, fortalece el cuerpo".
La noche anterior a una lucha en el anfiteatro, como una manera de purificar al gladiador transformándolo en una víctima noble y en premio a su futuro sacrificio, se llevaba a cabo un banquete público (que para algunos sería el último) únicamente para ellos y sus familias llamado "Cena Libera" (en honor al dios Libero), donde gladiadores y "bestiarii" es decir, los que se baten con las bestias, eran expuestos públicamente para que los ciudadanos escogieran a sus favoritos y apostaran por ellos al día siguiente. Una vida dura, llena de sacrificios para al final morir en la arena, o malvivir el resto de sus vidas con unos cuerpos magullados y doloridos por los envites del "espectáculo". Vida que bien refleja el escritor romano Cipriano de Cartago en este texto:
” Los juegos de gladiadores se preparan, que la sangre puede alegrar la concupiscencia de los ojos crueles. El cuerpo se alimenta con la comida más fuerte, vigorosa y la masa de los miembros se enriquece con la fuerza física y muscular, que el desgraciado engordado para el castigo puede morir de una muerte más. El hombre se sacrifica para complacer al hombre, y la habilidad que es más capaz de matar es un ejercicio y un arte. No sólo se comete un crimen, sino que se enseña. ¿Qué se puede decir más inhumano, más repulsivo? La formación consiste en adquirir el poder para asesinar, y el logro de asesinato es su gloria. ¿Cuál puede ser el estado de las cosas… en el que los hombres, los cuales no han condenado, se ofrecen a las bestias salvajes,…? Se pelean con las bestias, y no por sus crímenes, sino por su locura. Padres miran a sus propios hijos, un hermano está en la arena, y eso para su hermana es duro”
En la imagen podemos ver el cuadro del pintor y escultor francés Jean- Léon Gérôme (1824-1904) "Pollice Verso", latinajo que podríamos traducir como "Con el pulgar hacia arriba" (1872) y que se expone en la "Phoenix Art Gallery".