lunes, 29 de septiembre de 2014

Demócrito y la risa

Demócrito por Johannes Moreelse
Igual que a Heráclito se le consideraba como "El filósofo que llora" a Demócrito de Abdera se le conoció como "El filósofo que ríe" o "El abderita risueño", al parecer por ser habitual encontrarlo siempre de buen humor y sonriente, no pocas veces de forma un tanto irónica por la marcha de las cosas o las ideas de otros pensadores. Mantenía que la risa torna a los hombres sabios pero sus vecinos no llegaban a comprender del todo aquella actitud tan risueña y pensaron que se debía a alguna enfermedad mental, motivo por el cual llamaron al famoso Hipócrates para que lo tratase y lograra darle cura a su extravagante locura. Una vez que terminó de examinar al risueño enfermo, el galeno dijo: "Demócrito ni delira ni está loco, sino que es el hombre más sensato de nuestro tiempo"

Democrito (460 a.C. - 370a.C)  negaba la existencia de Dios, lo que le convirtió en el primer ateo, y también fue un pionero en el campo de la física, un terreno cuyos avances llegan con  extraordinaria lentitud, tanto que uno de los pocos pasos apreciables que ha tenido en los últimos tiempos reside en la constatación de la existencia del bosón de Higgs gracias a los experimentos desarrollados con el costosísimo acelerador de partículas de Ginebra. Pero hubo un tiempo en el que no existía la posibilidad de constatar experimentalmente las teorías y Demócrito fue un verdadero adelantado con sus postulados teóricos sobre la materia. A base de razonamientos lógicos y desarrollando la "Teoría atómica del Universo" concebida por Leucipo, su mentor, definió la materia con unos conceptos realmente modernos y mantenía que la materia no es más que la mezcla de unas partículas originarias a las que llamó átomos, que en griego viene a significar algo como "indivisible" o "que no se puede cortar". Para Demócrito los átomos eran eternos, indivisibles, homogéneos, incomprensibles e indivisibles. Entre ellos se diferenciaban solo en forma y tamaño, pero no por sus cualidades internas y las propiedades de la materia variaban según el agrupamiento de sus átomos. El mismo Demócrito lo explicaba así: "Estos átomos se mueven en el vacío infinito, separados unos de otros y diferentes entre sí en figuras, tamaños, posición y orden; al sorprenderse unos a otros colisionan y algunos son expulsados mediante sacudidas al azar en cualquier dirección, mientras que otros, entrelazándose mutuamente en consonancia con la congruencia de sus figuras, tamaños, posiciones y ordenamientos, se mantienen unidos y así originan el nacimiento de los cuerpos compuestos." Y todo eso sin CERN y hace la friolera de casi dos mil quinientos años.


Curiosamente en su época era poco conocido, prácticamente ignorado en vida. Hay quien afirma que la razón de que no fuera más visible su obra se debía a él mismo, que "no se cuidó de ser conocido; y que aunque él conoció a Sócrates, Sócrates no lo conoció a él". Platón lo detestaba e incluso quiso quemar todos sus libros y Aristóteles finalmente si que comentó extensamente sus obras. 


Carl Sagan decía de él: "De todos los científicos antiguos, él es quien nos ha hablado más claramente a través de los siglos". No es de extrañar que tanto desdén de los que no tenían tantas certezas, hoy confirmadas, como las que atesoraba él, le provocara tanta risa. 



Igual que a Heráclito se le consideraba como "El filósofo que llora" a Demócrito de Abdera se le conoció como "El filósofo que ríe" o "El abderita risueño", al parecer por ser habitual encontrarlo siempre de buen humor y sonriente, no pocas veces de forma un tanto irónica por la marcha de las cosas o las ideas de otros pensadores. Mantenía que la risa torna a los hombres sabios pero sus vecinos no llegaban a comprender del todo aquella actitud tan risueña y pensaron que se debía a alguna enfermedad mental, motivo por el cual llamaron al famoso Hipócrates para que lo tratase y lograra darle cura a su extravagante locura. Una vez que terminó de examinar al risueño enfermo, el galeno dijo: "Demócrito ni delira ni está loco, sino que es el hombre más sensato de nuestro tiempo"

Democrito (460 a.C. - 370a.C)  negaba la existencia de Dios, lo que le convirtió en el primer ateo, y también fue un pionero en el campo de la física, un terreno cuyos avances llegan con  extraordinaria lentitud, tanto que uno de los pocos pasos apreciables que ha tenido en los últimos tiempos reside en la constatación de la existencia del bosón de Higgs gracias a los experimentos desarrollados con el costosísimo acelerador de partículas de Ginebra. Pero hubo un tiempo en el que no existía la posibilidad de constatar experimentalmente las teorías y Demócrito fue un verdadero adelantado con sus postulados teóricos sobre la materia. A base de razonamientos lógicos y desarrollando la "Teoría atómica del Universo" concebida por Leucipo, su mentor, definió la materia con unos conceptos realmente modernos y mantenía que la materia no es más que la mezcla de unas partículas originarias a las que llamó átomos, que en griego viene a significar algo como "indivisible" o "que no se puede cortar". Para Demócrito los átomos eran eternos, indivisibles, homogéneos, incomprensibles e indivisibles. Entre ellos se diferenciaban solo en forma y tamaño, pero no por sus cualidades internas y las propiedades de la materia variaban según el agrupamiento de sus átomos. El mismo Demócrito lo explicaba así: "Estos átomos se mueven en el vacío infinito, separados unos de otros y diferentes entre sí en figuras, tamaños, posición y orden; al sorprenderse unos a otros colisionan y algunos son expulsados mediante sacudidas al azar en cualquier dirección, mientras que otros, entrelazándose mutuamente en consonancia con la congruencia de sus figuras, tamaños, posiciones y ordenamientos, se mantienen unidos y así originan el nacimiento de los cuerpos compuestos." Y todo eso sin CERN y hace la friolera de casi dos mil quinientos años.

Curiosamente en su época era poco conocido, prácticamente ignorado en vida. Hay quien afirma que la razón de que no fuera más visible su obra se debía a él mismo, que "no se cuidó de ser conocido; y que aunque él conoció a Sócrates, Sócrates no lo conoció a él". Platón lo detestaba e incluso quiso quemar todos sus libros y Aristóteles finalmente si que comentó extensamente sus obras. 

Carl Sagan decía de él: "De todos los científicos antiguos, él es quien nos ha hablado más claramente a través de los siglos". No es de extrañar que tanto desdén de los que no tenían tantas certezas, hoy confirmadas, como las que atesoraba él, le provocara tanta risa. 

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